En la Escritura nos es dicho que ninguna doctrina es de interpretación privada, que significa que todas las doctrinas válidas son establecidas por varios pasajes y versículos distintos que, por contexto, tratan del mismo tema por la misma manera. Ahora pues, distinto de otros libros, la Biblia no trata de las doctrinas una tras otra por una lista, ni por tema. Sino las doctrinas de la Escritura son esparcidas por el Libro de libros y son encontradas por estudio paciente y por la guía del Espíritu Santo para llevar uno al entendimiento correcto. Por supuesto, se requiere que uno venga a la Escritura, no buscando de demostrar su propia doctrina, sino dispuesto a ser instruido por el SEÑOR en cuanto de Su doctrina. Cuando venimos con ciertas ideas preconcebidas, (las tenemos todos, ¿verdad?), tenemos que estar dispuestos a cambiarlas cuando la evidencia de la Escritura las desmiente.
Así en cuanto del concepto de que somos capaz de garantizar nuestro comportamiento futuro, o que “diremos toda la verdad, y nada más de la verdad,” la mayoría de “la Cristiandad” mantiene que está bien declarar que uno podría cumplir con un compromiso futuro, o jurar que dirá la verdad bajo pena de condenación por Dios. Sin embargo, nunca he visto que la Escritura apoye esta posición. Lo que veo de mucha gente es que dan excusas para el sermón del monte sin ninguna explicación de porqué las palabras no dicen lo que dicen plenamente.
Tal vez, si examinamos lo que dice la Escritura acerca de dando una garantía del comportamiento futuro, y garantizando nuestras palabras, tendríamos un entendimiento mejor de nuestra condición real. Además, saldríamos un poco más humilde por nuestra opinión en cuanto de cuan maravillosos somos como individuos. También alcanzaríamos un entendimiento mejor de porqué el SEÑOR aseguró que fuera declarado en Su palabra:
Así dijo el SEÑOR: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del SEÑOR. (Jeremías 17:5)
Pues eso por cierto es una de las declaraciones que nadie quiere oír. Además, cuando se menciona, todo el mundo corre por otro lado. Sin embargo, el SEÑOR lo declaró, y tenemos que tratarlo, entender porqué lo declaró, y lo que tiene que ver con la garantiza del comportamiento futuro. Por supuesto, empezaríamos en cualquier lugar en la Escritura, pero, porque el SEÑOR nos dio un libro que es del perspectivo del hombre, será bien empezar por él.
En Eclesiastés, se examina todo por la vista de “bajo del sol”, que es decir, la vista del hombre, de las cosas. En este libro, somos informados que hablando demasiado sin escoger palabras con cuidado resultará en problemas – particularmente en la casa de Dios:
Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para dar el sacrificio de los locos; porque no saben hacer lo que Dios quiere. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Porque se realiza el sueño por muchas negocios, y se conoce la voz del necio por la multitud de palabras.
Cuando a Dios hicieres promesa, no tardes en pagarla; porque no tiene placer en el necio. Paga lo que ha prometido. Mejor es que no prometerías, que prometes y y no pagues. No sueltes tu boca para hacer pecar a tu carne; ni digas delante del ángel, que fue error: ¿Por qué harás que Dios se aíre a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? Porque por la multitud de sueños y por muchas palabras están también vanidades diversos: mas temes tú a Dios. (Eclesiastés 5:1-7)
Si notamos, el pasaje habla de tres cosas de importancia para nosotros:
1. De estar precipitado, y imprudente en hablar en la casa de Dios.
2. La multitud de sueños y palabras le resulta en problemas y son vanas.
3. Si hace voto, páguelo, si no pagara, no lo haría. Realmente es más prudente que no haga voto, que lo haga y no cumple con la promesa.
Los primeros dos puntos no debería ser problemáticos para que cualquiera entienda, y generalmente, no son. Sin embargo, el último genera controversia considerable en ciertos círculos cristianos. En entender porqué es así, debemos notar que un voto es igual a jurar que uno cumplirá una promesa, siendo de palabra u obra. Lo cual significa que gente no van a entender si rehúsa jurar en la corte, o al entrar en servicio gubernamental. (a propósito, ¿cuántos oficiales gubernamental han roto su juramento del oficio?) No importe si la gente le vea peculiar o no, no es el asunto. Lo que importa aquí es porqué debemos, o no debemos, jurar y lo que Dios hace en respuesta a alguien que hace juramento – sea Su hijo, o no. Sin embargo, para confirmar o negar esa doctrina, tenemos que seguir adelante, trayendonos al Evangelio de Mateo y las palabras del Señor Jesucristo:
Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No te perjurarás, mas pagarás al Señor tus juramentos: Mas yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios: ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies: ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer un cabello blanco o negro. Mas sea vuestra comunicación: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. (Mateo 5:33-37)
Plenamente, el Señor dijo aquí que no debe jurar en ninguna manera -y punto. Nos da unos dos ejemplos de cosas que no podemos controlar, y nos dice que, si no tenemos poder para controlar estas cosas, es cierto que no debemos jurar en cuanto de palabras ni obras futuras. Es confirmado brevemente en Santiago, capítulo cinco:
También hermanos míos, ante todas las cosas no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por otro cualquier juramento; mas vuestro sí sea sí; y vuestro no, no; para que no caigáis en condenación. (Santiago 5:12)
Aquí en pocas palabras es la misma cosa que declaró el Señor Jesús; y también es una confirmación más de lo que está declarado en Eclesiastés. Sin embargo, añada un recuerdo de algo que, de todo modo, debemos hacer porque deberías ser nuestro deseo hacerlo: cuando hablamos – habla la verdad y se la atiene.
Pues, a pesar de todo lo que es por los libros de Moisés en cuanto de votos y juramentos, es claro que el Señor Jesucristo lo puso al lado y confirmó la declaración en Eclesiastés que dice:
Mejor es que no prometerías, que prometes y y no pagues. No sueltes tu boca para hacer pecar a tu carne; ni digas delante del ángel, que fue error: ¿Por qué harás que Dios se aíre a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? (Eclesiastés 5:5-6)
¿Porqué es así? y ¿Qué tiene que ver con Jeremías 17:5?
El “porqué” de eso es ligado en quien somos como individuos de la raza humana. Dicho simplemente, somos criaturas caídas, pecaminosas y malvadas que no pueden determinar lo que pasará entre cinco minutos, mucho menos mañana. Además, porqué estamos en un estado caído, nuestra mente, y pues nuestra memoria es perfecta, ¿verdad?
¿No?
¿Porqué no?
A pesar de si es una limitación física o espiritual, es enteramente verdad que cada uno de nosotros tenemos la memoria defectuosa. Nos se olvidamos detalles, la secuencia de eventos, nombres, etc. Además, no tememos poder controlar los eventos futuros. Lo más que podemos determinar es lo que queremos hacer, y seguir para realizarlo. Sin embargo, todos nuestros planes pueden ser cambiados por eventos imprevistos que no podemos controlar.
Pues, para declarar que estamos seguros y ciertos, hasta el punto de jurar, de lo que diremos o haremos en el futuro, aun entre cinco minutos en el futuro, es decir que tenemos una medida de control que realmente no tenemos. Es para depender en sí mismos en vez de depender en el SEÑOR. Se nos recuerdo en Santiago también:
Ea ahora, los que decís: Vamos hoy o mañana a tal ciudad, y estaremos allá un año y compraremos mercadería, y ganaremos; y no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y después se desvanece. (Santiago 4:13-14)
Porque estas cosas son así, nos recordamos que nuestra actitud debería ser:
En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quisiere, y si viviéremos, haremos esto, o aquello. (Santiago 4:15)
Así ¿qué tiene que ver con “confiar en el hombre”?
Todo. Para clarificarlo, unas dos preguntas son indicadas:
1. ¿Está seguro que quiera depender en sí mismo para los eventos futuros?
2. ¿Está seguro que quiera depender en su memoria al extento de “bien lo sabe Dios”?
Para jurar que una puede decir “ … toda la verdad t nada más que la verdad. “bien lo sabe Dios” es para decir en primer lugar que uno actualmente sabe toda la verdad, y que su memoria es perfecto. ¿Está tan seguro de sí mismo?
No sé de lo demás, pero he visto tantas cosas que no se cumplan porque algo pasa a la persona que intentara de hacerlas. Eventos fuera de nuestro control sucede todo el tiempo, y a cierto punto o otro, impide o pare las cosas que deseamos hacer. En cuanto de jurar de decir la verdad; es posible que los hombre no se dan cuenta de errores en lo que se recuerda, pero el SEÑOR Dios sí da cuenta. Para jurar que uno puede decir, “toda la verdad, y nada más que la verdad, Y “bien lo sabe Dios” es decir en primer lugar que sí sabe toda la verdad, y que su memoria es perfecta. ¿Está tan seguro de sí mismo?
Si está tan seguro y cierto, pues, alcanza su propia salvación por su propia fuerza. Si está tan bueno, no necesita a Cristo.